En lo más recóndito de los bosques de una gran ciudad se alzaba una mansión, insignia del orgullo y la nobleza de las hembras que la habitaban.
«Honor, valentía y lealtad» rezaba en su emblema, y esgrimían con orgullo esos tres principios básicos por los que regían sus vidas.
Poseedoras de gran belleza, y de un alto código moral que no les permitía aprovecharse de ello, ni usar sus habilidades especiales en beneficio propio.
Admiradas y odiadas a partes iguales por su valor y coraje, rechazadas por los suyos por sus extraños mestizajes.
Dedicaron su existencia a proteger a las victimas más débiles, a riesgo de sus propias vidas: labor poco valorada y criticada entre los que envidiaban su valentía y agallas para enfrentarse a un enemigo poderoso y cruel. Enemigo al que provocaron un odio tan profundo que suscitó el ataque más duro y cruel al que se habían enfrentado nunca.
Entrenadas para la lucha, eran más fuertes, más rápidas y más agiles que cualquier humano, pero ni sus sentidos más desarrollados ni sus facultades especiales consiguieron detener la masacre.
Una traición siempre es dolorosa, pero si además, quien te traiciona es alguien al que considerabas un aliado y vivía bajo tu techo —y únicamente por el odio que profesa a la líder de las Ejecutoras—, es más deplorable todavía.
Un año han necesitado para curar las heridas, sanar el alma y desterrar el dolor de sus corazones. Y, aunque no olvidan, han vuelto a la ciudad para comenzar de nuevo, volver a sus orígenes y dejar el pasado atrás.
Mestizas, que aunque no han conseguido desarrollar las cualidades de sus razas, han desarrollado unos dones especiales que las hace únicas y diferentes. Y cuya determinación, a pesar de lo ocurrido y de las pérdidas que todavía pesan sobre ellas, permanece inalterable.
¿Te encuentras sola?
¿No sabes a dónde acudir?
¿Quieres unirte a su causa?
Si eres una de ellas...
...Contacta con la Mansión.
Han vuelto.
¿Te atreves a entrar?